HISTORIA DEL SURGIMIENTO DE LAS COOPERATIVAS
Una de las primeras experiencias
cooperativas data de 1844, cuando se crea en Rochdale, Inglaterra, la
cooperativa de consumo Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale.
Simultáneamente surgen otras experiencias en Francia, España y otros países
europeos. Entre los primeros grandes pensadores del cooperativismo se
encuentran Robert Owen, Charles Fourier y Friedrich Wilhelm Raiffeisen,
respectivamente, inglés, francés y alemán, los que hicieron una crítica en la
que proponían que la solución de problemas sociales se puede lograr a través de
la cooperación entre los individuos.
La vieja bandera del movimiento
cooperativo estaba representada por los 7 colores del arcoiris, que simbolizaba
al mismo tiempo la diversidad y la esperanza. El color rojo representaba el
fuego y el amor que une a las personas; el anaranjado recordaba a un amanecer
glorioso; el amarillo por el color del sol que da luz, calor y vida; el verde
representaba la esperanza; el azul celeste figuraba como reflejo de la ilusión;
el Azul Marino o Índigo encarnaba el valor que nos impulsa a buscar nuevas
rutas; y finalmente el Violeta significaba la humildad y la virtud.
Posteriormente, en el Congreso de la
ACI de 1995, se decidió cambiar la clásica bandera del cooperativismo por una
bandera de fondo blanco con un arco iris que se rompe para convertirse en
palomas en pleno vuelo.
ORIGEN DE LAS
COOPERATIVAS
El movimiento cooperativo nació en el
marco de la Revolución Industrial, durante el siglo XIX, como sociedades de
ayuda mutua para la defensa de intereses colectivos y tenían como objetivos
conseguir bienes de consumo para sus socios en las mejores condiciones posibles
de precio y calidad (cooperativas de consumo) o producir y canalizar esta
producción hacia el mercado, evitando intermediarios, para maximizar las rentas
de los cooperativistas.
HISTORIA DEL
COOPERATIVISMO A NIVEL MUNDIAL
El origen de los movimientos
cooperativos data en el año 1884 y surgen a partir de la llamada Revolución
Industrial cuando el orden mundial económico supone cambios para las sociedades
productivas. Bajo este contexto el sector textil sufre cambios que llevan
consigo la organización de los trabajadores que de una manera u otra los obligan
a proteger sus derechos de trabajadores.
Pero este proceso que se lleva a cabo
en plena revolución industrial tiene sus antecedentes históricos en las ideas y
la práctica de la Cooperación aplicadas a la solución de problemas económicos
en las primeras etapas de la civilización.
Dentro del movimiento cooperativo
mundial se destaca el nombre de Robert Owen, a quien se considera como
precursor del cooperativismo contemporáneo.
Owen, propietario de una fábrica
textil en Escocia, tuvo la oportunidad de conocer a fondo los problemas que
asolaban a los trabajadores. Consciente de todo lo que implicaba la
superproducción emprendió una serie de reformas.
La primera medida que adoptó fue la
reducción de la jornada laboral. Además, prohibió que se emplearan en sus
fábricas niños de menos de 10 años. Estos cambios, sin embargo, no fueron
aceptados por el resto de los empresarios, por lo que se trasladó a Estados
Unidos para impulsar allí su proyecto.
La Revolución Industrial, es una
referencia histórica imprescindible ocurrida en Europa, en Gran Bretaña
(Inglaterra) , en el siglo que va desde 1750 a 1850 (siglo XVIII), por los
cambios ocurridos en la sociedad , ya que esta no fue solamente una revolución
política sino tecnológica, influida por la utilización de algunos
descubrimientos en la maquinaria y el de la lanzadera y la hiladora,
descubrimientos que transforman la industria textil y la vida en Inglaterra por
las consecuencias de estos inventos. La consecuencia de esta revolución
industrial transformó a la sociedad, separándola en dos clases sociales: la
Burguesía (dueños de las fábricas y los grandes comerciantes) y el proletariado
(los obreros).
Los descubrimientos ocurridos
produjeron un gran desempleo ya que los obreros fueron sustituidos por las
maquinas. Esta situación generó un gran caos, en la clase trabajadora, que
empezó una búsqueda de instrumentos legales que les favorecieran.Bajo este
escenario, los obreros pensaron que uniendo sus esfuerzos podrían convertirse
en sus propios proveedores, organizándose de esa manera la formación de cooperativas
de producción y de consumo, que hoy se denominan trabajo asociado. De
esta forma se dieron origen las primeras cooperativas que se formaron, la de
obreros textiles de Rochdale (Inglaterra), creada en el 21 de Octubre de 1844.
28 tejedores ingleses abrieron la primera cooperativa que tuvo éxito definido
en la historia del cooperativismo. Se les llamó "Los Justos Pioneros de
Rochdale" y heredaron un conjunto de normas conocidas como "Los
Principios Cooperativos de Rochdale", los cuales sirven de base al actual
sistema cooperativo mundial. A partir de estos, las nuevas formas de
cooperación aparecían casi simultáneamente en el campo económico y social, en
todos los países de Europa Central y Oriental, las ideas y prácticas
cooperativas se extendieron rápidamente; llegando a América del Norte durante
los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX. Es importante destacar
que las cooperativas, desde sus inicios y en su proceso de desarrollo,
establecieron diversas formas de integración y fue así como en 1895 se organizó
en Europa la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), institución normadora del
Cooperativismo Internacional, que en 1937 se encargó de revisar las reglas de
los Pioneros de Rochadle y darles una redacción, hasta llegar a los 7 principios
cooperativos que se conocen. ACI es una de las pocas organizaciones
internacionales que han sobrevivido a la primera y a la segunda guerra mundial.
Esta proeza fue explicada más tarde por el hecho de que la organización
desplegó esfuerzos considerables para concentrarse sobre su objetivo principal,
la promoción y la cohesión de las cooperativas, manteniéndose neutral en
términos políticos. El Cooperativismo, a lo largo de su historia, ha sido
considerado y definido de múltiples formas: como doctrina política, modo
producción, entre otras. Sin embargo, actualmente, a partir de la revisión de
su historia, se puede afirmar que el cooperativismo constituye un modelo de
organización económico, social, político alternativo, un plan que forma parte
importante en la vida socioeconómica de muchos países. Basado en
principios, las cooperativas contribuyen a la construcción de sociedades más
justas e igualitarias oponiéndose a las políticas individualistas, es decir
enseña a sumar esfuerzo a favor de beneficios comunes.
Historia del Cooperativismo
La idea y la práctica de la
Cooperación aplicadas a la solución de problemas económicos aparecen en las
primeras etapas de la civilización. Muy pronto los hombres se dan cuenta de la
necesidad de unirse con el fin de obtener los bienes y servicios
indispensables. Los historiadores del cooperativismo están de acuerdo en
señalar como antecedentes del sistema cooperativo, entre otros los siguientes:
- Las organizaciones para la explotación de la tierra en común de los babilonios (Hans Muller)
- La colonia comunal mantenida por los Esenios en Ein Guedi, a las orillas del Mar Muerto
- Sociedades Funerarias y de seguros entre los griegos y los romanos.
- Los "ágapes" de los primeros cristianos como forma primitiva de las cooperativas (Lujo Brentano)
- Vida agraria entre los germanos (Otto Gierke)
- Organizaciones agrarias y de trabajo entre los pueblos eslavos: el Mir y el Artel entre los rusos, la Zadruga de los serbios.
- Organización del trabajo y de la producción en el Manoir medieval (De Brouckere)
- Agrupaciones de los campesinos para la transformación de la leche: "queserías" de los armenios y de los campesinos europeos de los Alpes, del Jura y del Saboya.
- Organizaciones para el cultivo de la tierra y el trabajo en las organizaciones precolombinas, principalmente entre los Incas y los Aztecas. También la Minga y el Convite.
- Las Reducciones de los jesuitas en el Paraguay
- Las Cajas de Comunidad en la época de la colonización española en América.
- Las colonias con el carácter religioso de los inmigrantes en Norte América
Es necesario, reconocer también la
influencia que tuvieron algunas publicaciones utopistas en el desarrollo del
cooperativo, entre las cuales se pueden mencionar:
- La Republica de Platón (428-347 a. de C)
- Utopía de Tomás Moro (1480-1535)
- La Nueva Atlántida de Francis Bacon (1561-1626)
- El Viaje a Icaria de Etienne Cabet (1788-1856)
En todas estas obras se puede
observar un profundo deseo de organizar la sociedad en una forma más justa y
fraternal, eliminando las diferencias de orden económico por medio de
procedimientos de propiedad comunitaria y de trabajo colectivo.
Como punto de partida de una visión
histórica de la cooperación, es preciso reconocer a los precursores de esta
ideología, es decir, aquellas personas que a partir del siglo XVII, tanto en
las ideas como en las obras, empiezan a precisar las características del
sistema cooperativo. Entre los más notables de estos precursores se mencionan
los siguientes: Peter Cornelius Plockboy quien publicó en 1659 el ensayo que
comprendía su doctrina y John Bellers (1654-1725) quien en 1695 hizo una
exposición de sus doctrinas en el trabajo titulado: "Proposiciones para la
Creación de una Asociación de Trabajo de Todas las Industrias Útiles y de la
Agricultura"; el médico William King (1786-1865), y el comerciante Michel
Derrion (1802-1850), precursores del cooperativismo de consumo; Felipe Bauchez
(1796-1865) y Luis Blanc (1812-1882), precursores del cooperativismo de
producción.
En esta fase precursora del
cooperativismo es necesario destacar de manera especial a dos destacados
ideólogos: Roberto Owen (1771-1858) y Carlos Fourier (1772-1837). Owen el
autodidacta, industrial afortunado desde muy joven, innovador en técnicas y
sistemas sociales, en el furor de la revolución industrial, intentó llevar a la
práctica sus ideas organizando las colonias de New Lanark, en su propio país
Inglaterra y la de Nueva Armonía en Estados Unidos (Indiana); la bolsa de
trabajo y las instituciones sindicales de alcance nacional. Fourier, francés,
el de las concepciones geniales y ambiciosas, rayanas en el desequilibrio,
escritor prolijo y confuso a veces, llevo una vida cómoda y no consiguió llevar
a cabo su obra el "Falasterio" en donde deberían llevarse a cabo
aquellos frutos de su pensamiento inquieto y profético.
Es necesario mencionar la época de la
revolución industrial ocurrida en Europa, especialmente en Gran Bretaña, en el
siglo que va desde 1750 a 1850 como una referencia histórica imprescindible. La
revolución industrial no fue solamente una revolución política, fue
principalmente una revolución tecnológica influida por la utilización de
algunos descubrimientos en la industria, entre ellos el del vapor aplicado a
toda clase de maquinarias y el de la lanzadera y la hiladora mecánica que
transformaron la industria textil. La influencia de la revolución industrial
con sus características de desorden, sobre la clase trabajadora, produjo
algunas reacciones cuyas consecuencias todavía se pueden apreciar: la de los
destructores de maquinas, que fue duramente reprimida por el Estado, la del
sindicalismo, la de los cartistas, o sea, aquella que se propuso lograr leyes
favorables para el trabajador, y la que podemos denominar cooperativa.
Esta última tuvo por causa inmediata
el hecho de que en Inglaterra muchos trabajadores de la época no siempre
recibían su salario en dinero, sino en especie, con las consiguientes
desventajas de mala calidad, pesa equivocada y precios muy altos.
Aún en el caso de que recibieran el
salario en dinero, por ser este demasiado bajo, obligada a los trabajadores a
someterse a los tenderos que por concederles crédito exigían un valor mayor por
la mercancía, junto con las demás circunstancias desfavorables que acompañan a
esta clase de ventas a crédito.
Aún en el caso de que recibieran el
salario en dinero, por ser este demasiado bajo, obligada a los trabajadores a
someterse a los tenderos que por concederles crédito exigían un valor mayor por
la mercancía, junto con las demás circunstancias desfavorables que acompañan a
esta clase de ventas a crédito.
De esta manera, los trabajadores
pensaron que uniendo sus esfuerzos podrían convertirse en sus propios
proveedores, originándose así la idea de las cooperativas de consumo. Por otra
parte el desempleo y las gravosas condiciones del trabajo cuando se conseguía,
movieron a otros grupos de trabajadores a organizarse en cooperativas de
producción y trabajo, que hoy se denominan trabajo asociado.
En la ciudad de Rochdale
(Inglaterra), dedicada por mucho tiempo a la industria textil, se presentaron
algunas de las consecuencias de la revolución industrial, inconvenientes para
los trabajadores, por lo cual algunos de ellos pensaron que debían agruparse y
se constituyeron en una organización para el suministro de artículos de primera
necesidad.
Desde luego, para llegar a ese
objetivo debieron antes, con gran esfuerzo de su parte, ahorrar cada uno en la
medida de sus capacidades, logrando así reunir un pequeño capital de 28 libras
esterlinas, una por cada uno de los socios. Con ese exiguo patrimonio, fundaron
una sociedad denominada "De los Probos Pioneros de Rochdale"
La mayoría de estos hombres eran
tejedores y en el grupo figuraban algunos más ilustrados que habían tenido participación
en otras organizaciones de beneficio común.
Para el 21 de diciembre de 1844, en
contra de las opiniones de los comerciantes establecidos y de otros ciudadanos,
abrieron un pequeño almacén, en la llamada Callejuela del Sapo, pero, para
sorpresa de los comerciantes que les auguraron un rotundo fracaso, la
incipiente institución fue creciendo e incluyendo en su organización a muchas
personas de localidades aledañas.
El éxito de esta sociedad se basó en
sus principios, entre los cuales se destacan:
- Un miembro, un voto
- Igualdad de sexos entre los miembros
- Solo las provisiones puras se deben vender, en peso y medida completos.
- La asignación de un dividendo a los miembros, garantizando que todos los beneficios fueran distribuidos dependiendo de la cantidad de compras hechas por los miembros individuales.
Mientras el cooperativismo de consumo
se extendía por la Gran Bretaña y pasaba a otros países del continente europeo
como Francia, Alemania, Italia, los países escandinavos y otros territorios,
aparecían casi simultáneamente nuevas formas de cooperación en el campo
económico y social. Bajo la inspiración de Friedrich Wilhelm Raiffeisen,
aparecían en Alemania las cooperativas de Crédito orientado hacia los
campesinos y más tarde, las cooperativas para el aprovisionamiento de insumos y
para la comercialización de los productos agrícolas. Igualmente, con la
dirección de Hernan Shulze-Delitzsch, en el mismo país, se iniciaba el movimiento
de los llamados Bancos Populares o sea, las cooperativas de Ahorro y Crédito,
orientadas principalmente para servir a los artesanos y pequeños industriales
de las ciudades.
En Francia prosperaban las
cooperativas de producción y trabajo con ejemplos tan conocidos como el
"familisterio", fundado en Guisa por Juan Bautista Godin. En los
países escandinavos no solo se desarrollaba el cooperativismo de consumo, en
forma tan apreciable como el que dio lugar a la Federación Sueca de
Cooperativas, la K.F. (cooperativa Forbundet), sino también en otros terrenos
como los del cooperativismo de vivienda y el de seguros cooperativos.
En los demás países de Europa Central
y Oriental las ideas y prácticas cooperativas se extendieron rápidamente; por
ejemplo, la primera cooperativa de Checoslovaquia se fundo en 1845, solamente
un año después de la de Rochdale.Han sido famosas entre otras las cooperativas
sanitarias de Yugoslavia, las agrícolas y artesanas de Hungría, las de consumo
de Polonia, agrupadas en las organizaciones "Spolem" y las
cooperativas rusas tanto agriculturales como las de consumidores.
En Bélgica y en Holanda el desarrollo
del cooperativismo de consumo y otros servicios en las ciudades corren parejas
con el avance del cooperativismo rural.
En España, y algunas de sus
características son igualmente aplicables en Portugal, el cooperativismo de
consumo, que aparece a fines del siglo pasado, tiene dos orientaciones: en el
norte, principalmente en Cataluña, se desarrollan las cooperativas de consumo;
en el centro y otras provincias el auge mayor corresponde a las cooperativas
del campo.
En otros continentes (Asia, Africa y
Oceanía), el cooperativismo ha logrado notable grado de expansión. En países
que desde el punto de vista económico han logrado altos niveles de desarrollo
como el Japón, Australia y Nueva Zelandia, los indices del desenvolvimiento de
la cooperación son perfectamente comparables con los mejores del continente
europeo.
El llamado Movimiento Cooperativo de
Antigonish, orientado por la universidad de San Francisco Javier, Nueva
escocia, tuvo una gran influencia en la transformación de las provincias
marítimas de Canadá.
Es importante poner de presente que
las cooperativas, en su proceso de desarrollo, casi desde el inicio del
movimiento cooperativo, establecieron diversas formas de integración y fue así
como en 1895 se organizó en Europa la Alianza Cooperativa Internacional ACI.
Al analizar los orígenes remotos del
cooperativismo en América es imposible dejar de mencionar a las instituciones
precolombinas que guardan alguna relación con el sistema cooperativo. En primer
lugar las formas de cultivo entre los Incas. Los jefes de familia, que por
diversas razones podían trabajar la parcela de tierra que les había
correspondido en el reparto anual, podían solicitar la ayuda de otros miembros
de la comunidad; este sistema llamado Minka obliga al usufructuario de la
parcela, que era trabajada por otras personas con la ayuda de otras personas, a
sustentar con el producto de sus cosechas y con sus economías auxiliares en el
trabajo. Era en el fondo un embrión de cooperativa de producción agrícola.
Por otra parte en el México
precolombino existió la institución llamada Calpulli en la cual se pueden
identificar los caracteres cooperativos del régimen de propiedad los cuales
están representados en los siguientes hechos: las tierras de un barrio
determinado estaban lotificadas y cada lote pertenencia a una familia, la cual
la explotaba por su propia cuenta. Quiere esto decir que el barrio no era un
conjunto de tierras explotadas en común, sin que nadie fuera dueño de nada,
sino que, sin poseerla en propiedad privada individual y sin una disposición
enteramente libre para enajenarla, la propiedad era familiar, hereditaria y
condicionada al bien social, cuando la condición de propietario se le daba la
calidad de que, por cuanto al usufructo se refiere, después del pago de
tributos, era íntegramente para el beneficio de las familias.
El carácter cooperativo de los
calpullis lo encontramos en su funcionamiento mismo: conociendo el sistema de
irrigación, las familias se unían para la construcción de acequias apantli para
conducir el agua y la conservaban en albercas tlaquilacáxitl, que los españoles
llamaron jagüeyes, cada barrio tenia su pequeño dios representado generalmente
por un animal cuyo nombre llevaban los habitantes del barrio mismo y aún éste;
se unían periódicamente para celebrar su fiesta religiosa y en general, las
familias unían sus esfuerzos para el embellecimiento, defensa, etc., del barrio
que les correspondía".
Por su parte el sociólogo colombiano
Aldo Cardona, quien ha estudiado con empeño particular las relaciones entre las
comunidades indígenas primitivas y el cooperativismo, dice que a pesar de las
múltiples diferencias culturales y sociales que caracterizaron a las grandes
familias pobladoras de América desde tiempos inmemorables, la característica
esencial, el núcleo determinante de la organización económica y social, el
factor principal de cohesión, el motor de la organización social, en una
palabra el alma de estas economías, fue la cooperación.
Cuando se habla de los orígenes
próximos de la cooperación en Iberoamérica, se hace referencia a organizaciones
economico-sociales establecidas de conformidad a los principios y métodos que
aparecieron a mediados del siglo pasado en Europa y que han configurado el
denominado sistema cooperativo.
Las corrientes inmigratorias, las
actividades culturales y aún circunstancias políticas influyeron en el
desarrollo del cooperativismo en esta parte del continente americano.
Así, por ejemplo, los inmigrantes
alemanes, suizos e italianos dan origen en el sur del Brasil a las cooperativas
agrícolas y de crédito que habían hecho célebres en sus países Federico
Guillermo Raiffeisen y Luis Luzzatti; son colonos franceses quienes, en 1898,
fundan en Argentina, la primera cooperativa llamada el "Progreso Agrícola
de Pigüé" e inmigrantes judios los realizadores en 1900, de una
cooperativa de agricultores en la provincia de Entreríos, del mismo país.
En el año de 1873, se organiza en la
ciudad de México una cooperativa de profesionales de la sastrería, conforme con
el modelo francés de las asociaciones obreras de producción de París,
originadas en las ideas de Luis Blanc y la gran cooperativa urbana de Buenos
aires llamada "El Hogar Obrero", fue fundada en 1905, con decisiva
participación del estadista argentino Juan B. Justo.
La organización sindical, por su
parte tuvo gran influencia en el desarrollo cooperativo. La agrupación de los
trabajadores pertenecientes a empresas públicas y privadas, en sindicatos,
sirvió de base a las cooperativas de propósitos múltiples (con secciones de
crédito, consumo, vivienda, previsión, etc.), que han sido muy comunes en
algunas de las más grandes ciudades de Iberoamérica.
Ya bastante avanzado el siglo pasado,
empieza a ser apreciable la influencia del cooperativismo de la América del
Norte en los países de Iberoamérica, especialmente en algunos campos. Las
cooperativas de Ahorro y Crédito que se inician en el Canadá, pasan luego a los
Estados Unidos en donde logran una gran expansión y se integran en la poderosa
organización conocida con el nombre de CUNA, (Credit Union National
Association) Asociación Nacional de Uniones de Crédito. Esta última resuelve
extender su acción a otros lugares fuera de Norteamérica y ayuda eficazmente al
incremento de esta clase de cooperativas en varios países de Iberoamérica.
En el movimiento cooperativo llamado
"de Antigonish", orientado por la Universidad de San Francisco Javier
(Nueva Escocia, Canadá), después de haber logrado sorprendentes resultados en
la transformación de las provincias marítimas canadienses, se proyectó también
sobre algunos países del Caribe entre los cuales merece ser citado de manera
especial, Puerto Rico que logro un desarrollo cooperativo sólido de gran
variedad a la vez.
Años más tarde, otras organizaciones
cooperativas norteamericanas, especialmente la Liga de Cooperativas de los
Estados Unidos, que hoy se denomina Asociación Nacional de Empresas Cooperativas,
ofrecieron asistencia técnica y ayuda económica para el desenvolvimiento de la
Cooperación en Iberoamérica. Lo propio puede decirse de algunos organismos
internacionales, particularmente de la Organización de los Estados Americanos
-OEA- y la Oficina Internacional del Trabajo -OIT-.
Los gobiernos por su parte, se han
interesado mucho por el desarrollo cooperativo, en algunos casos mediante la
iniciativa de estadistas de amplia visión y en otros, por la acción de los
propios movimientos cooperativos.
El interés gubernamental que ha
presentado apreciables diferencias de grado en los diversos países
iberoamericanos, se han expresado en la expedición de leyes especiales para
regular el funcionamiento de las cooperativas, disposiciones que otorgan
exenciones y ventajas en favor de esas entidades, normas que tratan de extender
los conocimientos en materia cooperativa y además ayudas financieras directas y
participación de los organismos cooperativos en los planes generales de
desarrollo. Especial significación han tenido las normas sobre reforma agraria
que se han expedido en varios países de Iberoamérica y que incluyen importantes
capítulos sobre organización de los beneficiarios de las reformas, en
cooperativas agropecuarias de funciones múltiples.
También las organizaciones
religiosas, particularmente las de la Iglesia Católica, han tenido influencia
en la expansión cooperativa dentro de los países iberoamericanos.
Por lo que se refiere a la
integración cooperativa, etapa que ya supone un cierto crecimiento, las
primeras manifestaciones se pudieron observar en aquellos países en donde el
cooperativismo había logrado mayor afianzamiento.
Es así como paulatinamente van
apareciendo en el panorama cooperativo iberoamericano asociaciones,
federaciones, confederaciones y uniones cooperativas que sirven a las entidades
afiliadas en actividades económicas, empresariales y también en las de
promoción, educación y representación.
La integración internacional se
demoró un poco más. Aunque es cierto que algunas organizaciones cooperativas de
países iberoamericanos se afiliaron desde hace muchos años a la Alianza
Cooperativa Internacional, la integración a nivel regional solo se inició con
firmeza en 1957 con la fundación de la Confederación Cooperativa del Caribe y
se vino a consolidar en 1963, año en el cual quedo constituida la Organización
de Cooperativas de América- OCA- y en 1970 cuando se estableció la
Confederación Latinoamericana de Cooperativas de Ahorro y Crédito - COLAC-.
En el Salvador se escucha, por
primera vez, del cooperativismo en forma teórica, en una cátedra de enseñanza,
en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional.
Fue en 1914, que se organiza la
primera cooperativa, por un grupo de zapateros, en San Salvador en la cuesta
del Palo Verde y en 1938, se funda La Cooperativa Algodonera.
Luego, el cooperativismo llegó al
gremio de los empleados públicos, como un medio de defensa contra el agiotismo.
Las cooperativas contaban con el
apoyo del gobierno en turno, que aportaba capital inicial, pero los empleados
identificaban el capital cedido por el gobierno, como propiedad de ellos y no
creyeron que estaban obligados, por esa razón, a resarcir las cantidades que se
les concedían en calidad de préstamo.
Así bajo el surgimiento de secciones
y departamentos en instituciones gubernamentales el sector inició su
crecimiento hasta que el Estado decide centralizar este rol en una sola
Institución que dirija y coordine la actividad cooperativa en el país.
Fue el 25 de noviembre de 1969 que la
Asamblea Legislativa, promulgó el decreto No 560 que dio pie a la creación del
INSAFOCOOP como una corporación de derecho público con autonomía en los
aspectos económico y administrativo, ese mismo día se promulga la primera Ley
General de Asociaciones Cooperativas.
A falta de presupuesto que permitiera
su funcionamiento el INSAFOCOOP comenzó a operar hasta el 1 de julio de 1971.
Hoy con más de 40 años al servicio del sector cooperativo, la institución ha
crecido descentralizando su trabajo en oficinas ubicadas en las distintas zonas
del país dando un servicio a través de sus regionales en todo lo ancho y largo
de El Salvador
Investigación Realizada Por: Eduar Varela
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